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4 de julio…
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Por: Melvyn Herrera
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Lunes 04 Julio 2011 | 00:00

Hoy es la fiesta cívica más importante de los Estados Unidos de Norteamérica; este segundo Ecuador, por la cantidad de “ecuatoreños” que allá habitan.

¿Qué ecuatoriano no tiene parientes o amigos en esa nación? A mí me sucede los dos casos, tengo “la bola” de ellos por allá; soy uno de los pocos de “la gallada” que empeñosamente me quedé en este Ecuador amado, bregando con el destino.

Por eso, hace pocas semanas atrás visité los USA; viajé en auto por Florida, Georgia y las Carolinas y sus ciudades: Orlando, Atlanta, Charlotte, Raleigh, etc.; en estas últimas me topé con verdaderas colonias de comprovincianos; al extremo que en Charlotte, NC., me exageraron diciendo que van a refundar ahí, la portovejense Av. Pedro Gual. Es una broma que refleja la nostalgia que embarga a los paisanos, en quienes pude comprobar su actual nivel de vida, el que con muchos esfuerzos acá no lograban; por eso precisamente tuvieron que emigrar, para realizar el sueño norteamericano superándose con las oportunidades que esa sociedad brinda; con crisis económica y todo. Claro que toda regla tiene su excepción; además hay que luchar y trabajar duro, primero aprendiendo y adaptándose al idioma, costumbres y normas de ese medio, de lo que destaco la puntualidad inglesa heredada de sus colonizadores, y el orden y respeto, a los que nadie se atreve alterar con una “sapada criolla”.
Muchos otros argumentos pueden llenar esta nota, pero solo destaco otro que contrasta con lo que aquí estamos viviendo: la seguridad. Créanmelo que tan seguro me sentí por allá que añoré la “isla de paz” que hasta hace poco era esta patria; me hospedé en un hogar situado prácticamente en el campo; ¡pero qué campo! Ni siquiera cercas alambradas vi; solo frondosas arboledas y pastos cruzados por asfaltadas vías y pobladas de confortables y hermosas casas dotadas de todos los servicios imaginables, cerca a una pequeña ciudad que alberga establecimientos universitarios y sus anexos.
Atlanta y Charlotte con sus periferias, importantes ciudades de sus estados, atraen emigración interna y externa por sus menores costos y confortable ritmo de vida, contrario al agitado de otras metrópolis de esa nación; obviamente no son iguales al paraíso campestre que relaté, ya que tampoco faltan los problemas de las ciudades gigantes; con todo y definitivamente, allá existe un general mejor nivel de vida que el que acá hemos logrado. 
Por esto, considero debemos asimilar lo bueno de los estadounidenses y desechar lo malo que sin duda presentan. ¡Es el homenaje que le rindo a esa gran nación, hogar de tantos  queridos  compatriotas! 
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