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Aprender de la crisis
Aprender de la crisis
Por: Lilian Alarcón Durán

Viernes 01 Julio 2011 | 00:00

En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la económica, la verdad es siempre sencilla, concreta y de sentido común. Es que la economía obedece a una lógica natural que correlaciona ingresos y gastos. "Arroparse hasta donde da la frazada” es, en otras palabras gastar de acuerdo a lo que se gana. Si nos ceñimos a esta guía, no sólo viviremos sin sobresaltos, alcanzará el dinero y ahorraremos recursos. Entonces, tanto la economía de las personas, de los países, como los recursos del planeta serán más sostenibles y, probablemente, todos vivamos mejor.


Para comprender lo que está pasando en el mundo, basta con señalar que los países desarrollados se han vuelto insolventes y arrastran al resto del mundo a la crisis, porque durante décadas han gastado más de lo que pueden pagar.  Han incurrido en exorbitantes prorrateos para sostener gigantescas e ineficaces burocracias. Se emplea millones de millones de dólares en sostener inmensas maquinarias militares y en librar guerras estúpidas y necias.  Gran parte de la crisis económica de los países económicamente desarrollados, se deriva del estilo de vida que prevalece en ellas. Austeridad es mala palabra para ellos. Como muestra está Grecia y su actual convulsión social.
No recuerdo haber visto en las noticias a algún europeo protestar porque en sus países se gastaron miles de millones de euros en fabulosas olimpiadas, donde más que los atletas, compiten los países para ver cuál gasta más, y realizan las ceremonias más fastuosas que, debido al precio de las entradas, sólo los ricos disfrutan.
Resumiendo, de los errores se aprende. Con esos patrones, nuestro gobierno debe orientar el gasto fiscal a atender las necesidades apremiantes de desarrollo del país y de la población, tomar medidas cautelares para evitar gastos superfluos, y evitar mayor endeudamiento del Estado.  Es preciso tomar decisiones difíciles -hay que hacerlo- porque el consumo a nivel de “gasto por costumbre”, cuesta mucho reducirlo, y dejar bien claro en que áreas se va a apretar el cinturón (si es necesario).<

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