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Dejarse ayudar
Dejarse ayudar
Por: Erwin Valdiviezo
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Martes 28 Junio 2011 | 00:00

Eso es lo que nos hace falta a los manabitas para llegar a mejores metas, aunque a veces por orgullo o “superioridad” no aceptamos que siempre habrá alguien más que tenga una mejor idea o que pueda cumplir un mejor trabajo o empresa que nosotros.


Y el tema viene al caso porque a los años me encontré con un viejo amigo, a quien no le ha ido muy bien en los negocios, pero que manteniendo el espíritu natural de los comprovincianos no se arredra y, más bien, siempre está buscando nuevos escenarios de trabajo o emprendimiento.
Me contó, por ejemplo, que hace algunos meses escuchó y leyó en la prensa que el gerente de la Cnel en Manabí mencionaba que la provincia tiene 70 mil luminarias y que aun así hay un déficit de 33 mil que serian instaladas en los próximos meses; pero de ese total no menos de 50 mil tienen problemas, es decir están apagadas, deterioradas, quebradas o “desaparecidas”, lo cual constituye un problema no solo de fuga de energía sino también de inseguridad, porque a pesar que los usuarios pagan por el alumbrado público, este es malo y fomenta la delincuencia y las afectaciones. En esa realidad, y viendo la posibilidad del servicio, este amigo se endeudó hasta “el cuello” y adquiere tres carros canastas para ofertar el servicio de arreglo y mantenimiento de luminarias a la Cnel, que solo tiene dos de estos equipos y en no tan buen estado para atender los 22 cantones de la provincia. Pero, ¡oh sorpresa! no le dan trabajo, no le contestan y los equipos comprados en el exterior comienzan a deteriorarse; y todo porque o no ha de ser de la línea oficialista o porque no es del agrado de los ejecutivos de la empresa. Mientras tanto, las lámparas de la provincia siguen apagadas o dañadas y la demanda de los usuarios por la “luz de la calle” sigue incrementándose sin que se dé una solución a pesar de tener, a la mano, alternativas.
Quien escribe siempre a defendido el derecho de los manabitas a trabajar pero también sobre la obligación de aportar al desarrollo o solución de problemas, por lo que resulta, por decir lo menos, molestoso que tengamos que ver a comprovincianos yéndose a otros lares del país a buscar trabajo porque acá no perdemos la “mala costumbre” de no aceptar el progreso de otros; o porque, sencillamente, la idea de trabajo o negocio no ha sido nuestra.
Hay que dejarse ayudar porque solo así seremos mejores y no estaremos en el reniego de los problemas,

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