Actualizado hace: 936 días 14 horas 25 minutos
Walter Andrade Castro
Correa marca la cancha

Rafael Correa, en su calidad de Presidente electo, acaba de dar dos golpes directos al mentón de la burocracia: el primero es el anuncio del recorte a su sueldo y por consiguiente al de todos esos burócratas que hoy, sin gota de compasión por el Estado y sus mil necesidades, exprimen el presupuesto nacional ganando salarios que ofenden a la pobreza de todos y el segundo es la decisión, hasta donde sus facultades lo permitan y si no lo puede hacer promover la reforma legal que lo haga viable, de reducir el tamaño del Banco Central, la cueva dorada de la burocracia.

Lunes 18 Diciembre 2006 | 20:18

Estos golpes, que el país los ha venido reclamando desde hace muchos años sin que ningún político se anime a lanzarlos, deben causar insoportables insomnios, taquicardias, daños al estomago, presión alta a esos privilegiados que por fin ven en el horizonte una amenaza a sus conquistas laborales que son, en esencia, un atraco al bolsillo de todos los ecuatorianos. ¿Qué es lo que Rafael Correa ha denunciado? Que existen empleados de ciertas instituciones autónomas que gozan de sueldos extravagantes para este país, que se jubilan a los 55 años de edad con jubilaciones que alcanzan los 5 o 6.000 dólares mensuales, que las insituciones donde trabajan les conceden préstamos a largo plazo con intereses fuera del mercado (se ha llegado a decir que es tan bajo como el 3 por ciento anual), que tienen seguros médicos internacionales que les permiten atender su salud en cualquier parte del mundo y se sabe que renovan vehículos con frecuencia y no compran precisamente carros nacionales sino los importados de lujo, que reciben bonos de educación, transporte y vivienda etc, etc. Preguntemos entonces: ¿Son justas todas estas gangas? ¿Son equitativas ¿Es conveniente que se mantengan? ¿Le hacen bien al país?. Bueno, no se necesita ser Presidente ni ser partidario de él para llegar a la conclusión que estos privilegios no pueden seguir porque colocan a unos ecuatorianos en posición de ventaja sobre otros, porque el Ecuador es un país de necesidades muy sentidas, porque desperdiciar recursos que se podrían destinar a satisfacer esas necesidades y porque debe haber en la estructura salarial un mínimo de respeto a los demás y tener tal cantidad de privilegios es sencillamente una grosera, burda y tosca manera de ofender la generalizada pobreza de los ecuatorianos y los ciudadanos no tenemos porqué recibir ofensas a nadie. Así de simple. Ojalá entonces, este gobierno le de un golpe en el espinazo a todas la prerrogativas de primer mundo de todas estas instituciones de tercer mundo, como se ha venido denunciando desde hace años. Claro que si quieren mantenerlas que las ganen en el sector privado.
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