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Fernando Navia Gallardo
Genios del Universo
Fernando Navia Gallardo

La noticia acaba de vaciar mi papelera de materiales de trabajo para el periódico: El Cristo Rey ganó el concurso nacional Genios de El Universo. Busco en la red la noticia, veo videos de los chicos ganadores y reconozco en ellos esa fibra difícil de definir pero que vuelca, vence, transforma. Es entonces cuando vuelvo a vivir lo más importante que recibí en sus aulas.

Sábado 16 Diciembre 2006 | 20:18

Mas allá de profesores ejemplares, teorías rigurosas o anécdotas juveniles, hubo agregados que no se perdieron en el recuerdo ocioso de las reuniones de graduados. La actitud de intentar fines nobles para la vida, el compromiso con el servicio a los demás y la permanencia en valores irrenunciables, terminaron forjando estaturas espirituales que hoy caminan por el mundo vestidas de dignidad. Alguno de nosotros podría establecer en que materia se impregnaban nuestras personalidades de estas esencias transformadoras? En todas y ninguna. Fue la vivencia compartida, ese crecer juntos rodeados de buenos ejemplos, la predica rigurosa y lúcida, la exigencia a límites capaces de templar nuestra fe en sí mismos. Esa mezcla nos fue llenando el alma de una savia que no se acaba. Sin embargo, los egresados del Colegio le seguimos debiendo al Cristo Rey todo lo que nos dio. Apenas unos pocos se preocupan de su desarrollo, se informan de sus problemas. Los mas, encontramos en la distancia y el trabajo la excusa fácil para nuestra cómoda ingratitud. Hoy, arriesgándome a equivocarme, tengo la percepción de que el colegio no cuenta entre sus alumnos de hoy a los hijos de sus viejos alumnos. La competencia de servicios educativos proporcionó nuevas opciones que han dividido las preferencias de los portovejenses. En este entorno poco grato, es que los Genios del Universo nos vuelven a recordar que los alumnos del Cristo Rey están para grandes retos. Esta es parte de la trascendencia del triunfo logrado. Ojalá que los chicos que pasaron esta feliz experiencia tengan el pleno convencimiento de que son capaces de vencer metas aún más ambiciosas. Que con preparación rigurosa, armas nobles y voluntad de hierro serán capaces de construir sus sueños. Que mientras muchos jóvenes bajan los brazos y son víctimas del facilismo y la mediocridad, calcinando las esperanzas de progreso de la ciudad, ellos tienen el deber irrenunciable de proponerse metas desafiantes para su realización personal, formarse con excelencia y crecer ante los ojos de Dios. Que su misión, como en mis días de formación, esté consagrada a ser más, para servir mejor. Tienen de su lado a padres, maestros y el Amor de Dios, que Todo lo Puede. Cuentan para intentarlo con el amparo de nuestra Madre del Cielo, de cuyo manto, quienes salimos hace ya casi 25 años, jamás nos hemos desprendido. Este peregrinar no hubiese sido posible sin su amparo. Entonces, a los maestros, a seguir sembrando!! Y a Ustedes muchachos, a germinar buenos frutos!!
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