Cambió de manos la reconstrucción de la vía a Crucita y la situación no ha mejorado.

Las exigencias ciudadanas demandaron que el gobierno imponga mayor autoridad en quienes tenían la obligación contractual, y los pedidos se escucharon luego de una casual visita de la ministra del ramo.
La disposición fue que saliera de las manos de la extinta Corpecuador por la ineficiencia demostrada, y surgió como medida salvadora el paso de responsabilidades al Ministerio de Transporte y Obras Públicas, lo que generó expectativas y nuevas esperanzas.
Y en ese punto nos hemos quedado: en situación de expectativas y nuevas esperanzas, que en realidad son las mismas, viejas, aquellas que por más de 10 años tienen como ancla el cantón, la provincia y el país. Con una ciudadanía que mira impávida cómo se añejan sus ilusiones por tener en Crucita uno de los balnearios más atractivos y visitados de la costa manabita.
Cientos de personas llegan a conocer sus playas, a disfrutar de sus encantos y a deleitarse de su rica gastronomía; pero muchos son los que meditan sobre si regresarán pronto, decepcionados por el estado de la carretera, especialmente del tramo Cruz Verde-Crucita.
La promesa oficial se ha quedado en la etapa del traspaso de ”hatos y garabatos” entre las entidades del Estado, teniendo en espera a la compañía de Ingenieros del Ejército que ha sido señalada como relevo para esta operación, a la que llegarán con el palmarés de la construcción del puente Los Caras.
Es oportuno, entonces, que la señora gobernadora se interese por agilitar la burocracia que pega sus alas a la rutina, para hacerla volar con la agilidad que el gobierno difunde a través de los discursos y las imágenes que inundan las pantallas de tv.   <