Con motivo de la obligatoria determinación estatal del precio mínimo de sustentación para el banano al productor, que regirá durante el año 2011, han empezado a conocerse opiniones de profesionales que insinúan que esa medida, sin la debida meditación, podría determinar la caída de sus exportaciones, por la pérdida de competitividad frente a los proveedores de otros países, particularmente los centroamericanos y Filipinas, al punto que Ecuador estaría en grave riesgo de ser desplazado de su posición protagónica mundial.

Nuestro país, luego de haberse situado como primer exportador en el año 1952, sólo  perdió esa privilegiada ubicación en los años 1983 y 1984, cediéndosela temporalmente a Costa Rica, como secuela del fenómeno El Niño, la recuperó y conservó inclusive a pesar de los efectos del mismo evento de los años 1997 y 1998.  Cifras extraoficiales revelan que el año 2010 concluyó con ventas de 263 millones de cajas, casi cinco millones de toneladas, manteniendo una participación en el mercado de consumo del universo del 30%, mientras que Costa Rica, que lo escolta a gran distancia, apenas sumó 98 millones de cajas, lo cual hace prever que continuará cómodamente en ese favorecido lugar.
Ahora bien, existiría el trance de perder ese liderazgo si se suman una serie de factores, como la baja calidad a la recepción del producto; la contaminación por pesticidas;  el manejo político del precio oficial; erróneas directrices comerciales, pero inquieta la falta de respuesta a los cambios que se vienen operando en este dinámico negocio, como la transformación de la venta de fruta al granel por los envíos en contenedores refrigerados, que implica la existencia de facilidades cercanas a los puertos para su debido acondicionamiento, evitando los daños por estropeo; dotadas de controles tecnológicos que superen el ingenio del narcotráfico. De otro lado, es una realidad impostergable el reemplazo de las cajas de cartón por las de plástico reciclable, pero no vislumbramos ninguna iniciativa nacional que acometa ese desafío.
La competencia internacional obligará a aplicar una logística especial con encadenamiento productivo debidamente concertado, que coloque la fruta desde las fincas de los bananeros, pasando por los sitios de consolidación, transporte marítimo, descarga, cámaras de maduración, hasta las perchas de los centros de comercio mundial, a efectos de compartir con justeza entre todos los actores, los beneficios de una fruta, que entregada por el bananero en 5,40, termina facturándose a 21 dólares la caja, al dueño del supermercado.