Actualizado hace: 930 días 16 horas 24 minutos
Enrique Delgado Coppiano
Reforma política y económica

Un país petrolero, que además ocupa los primeros puestos mundiales en exportación de banano, flores, camarones, con lo que logra una balanza comercial favorable, y que tiene 68 por ciento de pobres, lo que suena inaudito, no hay duda que requiere una serie de cambios urgentes e indispensables en su administración política y económica.

Sábado 09 Diciembre 2006 | 21:38

Y es así, porque la otra cara de la medalla es que alcanzamos puestos nada edificantes en cuanto a índices de elevada corrupción, inseguridad jurídica y ciudadana, y no es porque nos falten leyes que deben ser aplicadas, sino que la justicia y la equidad económica no encuentran voluntad política para ser realidad. Aquí se impone siempre la ley del embudo y la justicia se ensaña contra el débil. A través de los últimos años se montó un andamiaje legal que favorece al sistema descrito, que la mayoría del pueblo calificó como partidocracia en colusión con el poder económico. Y la mayoría se cansó, y en la escena política empezaron a aflorar nuevos y valiosos actores que lograron captar esta sed de justicia que identificamos como el cambio. Ya la elección de Gutiérrez fue una ruptura inesperada del estatus vigente, que causó desazón en los mismos de siempre, y esta ocasión no fue bien aprovechada, produciendo otro relevo presidencial, pero el pueblo sigue el cambio, y éste se produce ya también en la primera vuelta electoral, en la que los partidos tradicionales son los grandes perdedores, y que se materializa con más energía en la segunda vuelta, rompiendo Correa todos los esquemas tradicionales, con sólo 106 días como Ministro de Economía del régimen de Palacio, en sus inicios, se proyecta de ahí a la acción política y en pocos meses logra aglutinar tras su propuesta al 57 por ciento del electorado para convertirse en el octavo Presidente del país en los últimos diez años, y reafirma su propuesta del ansiado cambio. Pero el cambio necesario hoy todos dicen que debe darse, pero no se ponen de acuerdo en cómo se llega al mismo; unos piden la Constituyente, otros que puede el parlamento llevar adelante los cambios consensuando entre el Ejecutivo y el Legislativo. Hay que buscar la manera más factible de hacerlo, pero partiendo de una premisa: debe haber consensos para cambiar pero no consensos para mantener los privilegios. Hoy el país entero está a la expectativa de lo que ocurra en los próximos días; trataremos de recoger los anhelos más sentidos de la ciudadanía por esos esperados cambios en nuestra próxima entrega.
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