Portoviejo debe emprender un proyecto para reducir los gastos corrientes de su municipalidad. El presupuesto del 2011 deja ver que sólo un 22% de los ingresos serán destinados a la obra pública mientras que el 78% restante se va en gastos de sueldos, administrativos y otros. Lo lógico sería lo contrario.

El alcalde Humberto Guillem ofreció que el gasto corriente bajaría al 40% al final de su administración. Quizás el porcentaje destinado al gasto baje como consecuencia del incremento del Presupuesto General del Estado y con ello de las rentas del 15% y del presupuesto del cantón, provocando una relativa pero no absoluta disminución del gasto corriente.
Sin embargo, se entiende que el objetivo es reducir lo que se gasta para privilegiar lo que se invierte en obra. Ese propósito difícilmente será cumplido ya que hay factores que juegan en contra: liquidaciones de personal mal hechas o jueces corruptos que restituyen a obreros sin razón, falta de dinero para liquidar a cientos de trabajadores que cobran sin laborar, falta de decisión política de los concejales que obran con cálculo político, falta de apoyo de una ciudadanía apática que parece no importarle que su dinero se gaste sin sentido.
Si todo Portoviejo no se une al alcalde en su empeño de bajar el gasto, no habrá dinero para invertir en aceras, calles, servicios, regeneración urbana, parques y un largo etcétera. Hay ejemplos de ciudades que lograron revertir este mal, entre ellas Guayaquil al inicio de la era Febres Cordero; y Manta en la primera administración de Jorge Zambrano.
Quizás haga falta que el alcalde presente con fuerza a la comunidad su plan de reducción de gastos para que reciba el necesario apoyo. <