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Childerico Cevallos Caicedo [email protected] Periodista
La necesidad del tope

Son varias las ocasiones que en esta misma columna nos hemos referido al tema tránsito.

Domingo 02 Enero 2011 | 00:00

La precaución, el profesionalismo, la pericia, la observación a las reglas, normas y leyes que rigen esta materia han sido el centro de los comentarios.
Comentarios motivados por la escandalosa manera de conducir que impera en este país, en el que la arbitrariedad, el desorden, la irresponsabilidad y el individualismo priman a la hora de aplicar procedimientos que generen políticas productoras y protectoras de los bienes colectivos.
Colectivos sociales – digo - cuya suerte está siempre ligada a las tragedias que a diario se presentan en razón a la ineficiencia en la aplicación de la justicia que, comúnmente, suele lastimar al menos poderoso en dinero o influencia.
Influencia que ha ensombrecido el proceder de funcionarios públicos, judiciales y policiales, quienes, a la vez, menoscaban el prestigio de las instituciones a las que representan al obrar  apegados a compromisos preconcebidos antes de preferir la actuación limpia, recta, señalada por la legislatura concebida.
Concebida – con aciertos y errores – buscando dar igual trato en la aplicación de las leyes al transgresor de las mismas, sea cual sea su nivel en la tarima social nacional, porque es el fiel reflejo del estado de derecho que rige en una nación, con la obvia interpretación de que sucede lo contrario de no ser así.
De no ser así. Y claro que no es así, en la generalidad de los casos en lo que se refiere a tránsito, pues lo confirman las centenas de procesos iniciados y que nunca se terminan. Y también hay los que no se inician porque el ciudadano no cree en quienes “hacen” la justicia por la escasa actuación de fiscales o el desdén de los jueces con conducta cuestionada en la cadena de control.
Cadena de control  - en la que también interviene el gobierno - que se ve afectada por la carencia de medios para la supervisión oportuna. Y resalta la indolencia oficial del Ejecutivo – no solamente del actual - que tradicionalmente ha desestimado la necesaria inversión en las fuerzas de seguridad nacional para reforzar y capacitar a sus miembros, con permanente actualización de acuerdo a los avances de la técnica.
Técnica que, indudablemente, tiene que estar condicionada a las exigencias del medio donde se la va a aplicar, puesto que la cultura, las costumbres y el desarrollo comunitario imponen serias limitaciones.
Limitaciones, por ejemplo, a la velocidad de desplazamiento en las carreteras para los buses de transporte masivo. Y aquí recordamos la sugerencia realizada hace rato, en el sentido de que al transporte colectivo público hay que ponerle un tope físico en el acelerador: prudentemente, en resguardo de la vida, en Ecuador no debe ser más de 90 kilómetros por hora. <

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