La prensa especializada ha venido manifestándose sobre la posibilidad de que no se prorrogue la ley norteamericana que permite que varios productos andinos accedan libres de impuestos a ese grande e importante mercado, como una medida compensatoria a los esfuerzos que realizan Ecuador, Perú, Colombia y Bolivia, en el combate de la producción y comercialización de cocaína. Los comentarios periodísticos, la labor de los empresarios interesados y aun la tibia gestión gubernamental, han logrado que se extienda apenas hasta febrero próximo, sin que se asegure cuál será el futuro de este necesario y útil esquema comercial.

De no alcanzarse un mayor plazo, las flores, que han tenido un valioso aporte a las exportaciones, se verían afectadas con un recargo del 7% para ingresar a los Estados Unidos; otros como piñas, mangos, brócolis, sufrirían el impacto de montos impositivos; no se diga de atún, sólo al vacío; productos madereros, confecciones, etc. encarecerían su presencia en ese emporio, perderían competitividad, reducirían sus ventas e impactarían en las plazas de trabajo que generan, reduciendo el grueso de las divisas y favoreciendo el desempleo en el sector.
Ecuador quedará solitario en la lucha por la subsistencia de esta ventaja comercial, porque Perú y Colombia, con la suscripción de sus Tratados de Libre Comercio, gozarán de idéntico tratamiento para la entrada de muchos bienes que actualmente constan en la ATPDA, es decir cero aranceles.  De allí la necesidad de concretar el alargamiento de la Ley de Preferencia Arancelarias Andinas, pero no en la ridícula extensión de apenas 45 días, sino a largo término, para que nuestros empresarios puedan planificar e invertir a sabiendas que existirá un comercio más seguro para sus productos.
Disentimos con el Congreso americano que, sin apoyo del ejecutivo, nos exija más de lo que estamos aportando al objetivo fundamental de la ATPDA, pues hemos demostrado un extraordinario comportamiento en la lucha contra la droga, desde su siembra,  procesamiento y comercialización, a costa de ingentes recursos y sacrificios, incluida la pérdida de ecuatorianos dedicados a su exterminio, frente a eliminar un beneficio que, no siendo de gran magnitud, si representa fuente de ocupación para miles de compatriotas que superviven de la agricultura no tradicional, la más afectada.
Aun cuando fue desmontada, por el rol que desempeñó, tiene actualidad el concepto de que “solo por la Base Aérea de Manta deberían darnos preferencias arancelarias en todos los productos y para siempre”. <