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Solón Pinargote Sánchez
Por donde se aprete sale pus

Ya basta de sinvergüencería de quienes son llamados a poner reparos a la corrupción y no lo hacen so pretexto de actuar previo a la presentación de una denuncia legalmente reconocida.

Viernes 08 Diciembre 2006 | 20:19

Esto no es más que temor y miedo; esto es lo que en el argot popular se llama desfachatez, falta de vergüenza y pretender tomarnos el pelo como si nosotros no supiéramos que existen otros medios o mecanismos para llegar a la verdad y poner en evidencia cuanta ratería y rateros existen conviviendo en sociedad haciéndose pasar por pulcros y pretendiendo dar incluso lecciones de moralidad. Es encomiable la actitud asumida en días pasados por un sector de abogados de la ciudad de Manta, quienes despojándose de todo aquello que encierra el coleguismo mal entendido, pero hablando claro y con la verdad siempre por delante, valientemente, y en forma pública ante determinadas autoridades, denunciaron a varios fiscales corruptos de esa ciudad, que envilecidos y deslumbrados de supuesto poder al manejar la investigación del delito y por el cargo que ocupan dentro del Ministerio Público, imponen reglas de inconducta de beneficio propio tanto al usuario que requiere justicia, exigiéndoles hacerse patrocinar por determinado profesional del derecho, como al defensor que lo extorsiona solicitándole fuertes sumas de dinero a cambio de favorecerlos en el caso que defienden. Esto la verdad, solamente la verdad y nada más que la verdad: frases sacramentales dentro del acerbo jurídico que las traigo a colación por ser de momento y oportunas para el tema que nos ocupa. Quiénes leen mis apuntes, sabrán que efectivamente no hace mucho tiempo atrás, escribí sobre un tema parecido al actual pero lógicamente me refería a nuestros acreditados, es decir a los fiscales cuyo asiento lo tienen en Portoviejo. Aquí también tenemos una cosa igual, por lo que de todo esto lo que se advierte, es que las mañas son iguales dándonos la idea en todo caso que la escuela de la corrupción cada día gana en adeptos, excelentes maestros y por supuesto, extraordinarios alumnos. Usted, señor Ministro Fiscal de Manabí, que sí conoce y sabe lo que hay que hacer, tiene la palabra. Como lo conozco, y conozco de su probidad y de su conducta acrisolada, es que me dirijo a usted y haga lo que tiene que hacer, pues no necesariamente requiere de denuncia escrita reconocida para que tome el control de la situación y de descrédito en muchos de los fiscales a su cargo. Como el tema de la corrupción hoy en día es común en nuestra sociedad, muchos creen que corrupción es únicamente meterle la mano al bolsillo a alguien y extraerle cuanto carga, pues no, corrupción también es no acudir al trabajo a devengar el sueldo en unos casos, y en otros no atender al público con respeto y humildad, no hacerlo esperar y menos mofarse de ellos. El Consejo Nacional de la Judicatura, a través de las delegaciones distritales, deberían tener muy en cuenta estas situaciones ya que muchos de sus controlados abusan, se mofan, venden la aplicación de la justicia, y hasta demoran los trámites en detrimento exclusivo del usuario y del bien público.
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