Actualizado hace: 936 días 10 horas 18 minutos
Alexandra Cevallos Castro
LA HISTERIA COLECTIVA

Allá por el año 1951, a raíz del regreso de Estados Unidos donde mi padre fue a realizar un internado en un hospital en Detroit, Michigan, en nuestra casa hemos celebrado la Navidad con un árbol adornado con luces y adornos multicolores. No se hacía un culto al papá Noel, ni estaba hasta en la sopa.

Viernes 31 Diciembre 2010 | 00:00

Se hacía énfasis en el Pesebre y cada año se le añadía más figuras y se lo hacía más grande hasta casi llenar una esquina de la sala, a pesar de no ser católicos practicantes. 
Preguntando a algunos amigos y parientes, uno de los más mayores me comentaba que en su niñez no se celebró nunca la Navidad como ahora, lo que se hacía era poner los zapatos en el alfeizar de la ventana por la noche del 24 de diciembre, ya que el Niño Dios les pondría un regalo por su nacimiento. 
La histeria colectiva que ejerce la época de navidad en todas las personas es increíble.  Nos han indoctrinado con tal eficiencia que ni las costumbres arraigadas de la religión católica han podido poner una barrera al desenfreno del consumismo enloquecido.  Estoy segura que de 10 personas que uno encuentra en la calle, 9 le responderán que en navidad lo que hay que hacer es comprar para adornar la casa con luces, con árbol, con todos los papá Noel que se encuentren y comprar y comprar y comprar regalos y comida especial (carísima).  Hubo un tiempo, no hace mucho, que la Iglesia Católica  trató de enraizar la costumbre de celebrar las posadas en los barrios y hogares; se tuvo un éxito parcial ya que aún se celebran estos cantos y rezos, pero no se ha podido reemplazar las costumbres paganas del hemisferio norte que nos tienen completamente absorbidos.
Desde hace algunos años, se ha  estado estudiando y asistiendo a la celebración montubia de la Navidad en el agro de Manabí por medio de los Chigualos; muchos han recopilado los versos que se cantan al Niño y otros han estudiado la música y el canto; el Museo Portoviejo ha trasladado, con el mayor respeto, esta costumbre a sus salones y en Picoazá están tratando de establecer los chigualos en la plaza del pueblo.  Ojalá que estas acciones no creen también una histeria colectiva y se desvirtúe lo que, con mucha unción y tradición se realiza en el campo manabita. 

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