Y hay todo un conjunto de irresponsabilidades que han sido advertidas por los medios de comunicación social de manera reiterada y particularmente en esta columna.
Se configuran como la falta de conciencia ante los cambios, la prepotencia de algunos conductores, la insuficiente señalización vial, la respuesta inadecuada frente a mejores calzadas y también la falta de respeto de la población que prioriza la prisa por movilizarse frente a las normas de seguridad.
Todos, acostumbrados a conducir por carreteras en mal estado que, en algunos casos son una sucesión de baches, pretenden ganar en velocidad cuando se encuentran con un tramo de calzada en buen estado. Cuando mayores extensiones aún no terminadas son calzadas de hormigón que aún no recibe señalización horizontal, la velocidad se convierte en el elemento de mayor riesgo contra la seguridad en el tráfico.
Es necesario, entonces, más allá de cualquier juzgamiento, que las autoridades correspondientes generen la necesaria responsabilidad frente al proceso de reconstrucción de la red vial, porque de no alcanzarla se repetirán las tragedias que lastiman la conciencia colectiva y que podrían desviarse por rutas destructivas, en lugar de utilizar el dolor innegable como experiencia que defienda la vida de los manabitas. <