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Despedida…
Despedida…
Por: Melvyn Herrera
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Lunes 27 Diciembre 2010 | 00:00

Como “no soy monedita de oro para caerle bien a todos” -así canta una ranchera mexicana- quienes yo no les simpatice brincarán de gusto por esta despedida; es que creerán que parto del periodismo en el que incursioné hace un par de décadas; pero los decepciono, ya que si debo despedirme, ¡pero es de este año 2010!, al que luego de 4 días lo estaremos bien ecuatorianamente quemando.


Antes, comparto sentimientos que son de gratitud; ¡créanmelo!, porque este año me fue pródigo en varios aspectos; les cuento: ¡qué importa que en abril que pasó haya chocado y librado de la muerte por un pelo!, si en cambio recibí una verdadera fortuna, como es el fortalecimiento de la cohesión familiar; ¡no hay precio para la armonía entre hermanos, padre e hijos!; solo con eso ya estarían compensados los dineros, sustos  y tiempo que costó la emergencia que hizo fletar un avión ambulancia para, en una afamada clínica de Guayaquil, con unos excelentes médicos y  atención de primera, recuperar la vital salud que en mi caso involucró no solo el rostro fracturado, sino los difíciles campos clínico y visual.
A más de lo anterior, este accidente me dio la oportunidad de valorar a tantas y tantos amigas y amigos de los que inexplicablemente me había alejado; comprobé su generosidad sin límites cuando de muy diversas formas ellos dieron a mi familia y a mí mismo, lo que tanto necesitábamos en esos momentos: solidaridad.
En otro orden, este año la Justicia me recuperó un preciado bien raíz residencial/turístico  que unos avezados invadieron parte de él, junto con otro bien de mis vecinos ¡incluyendo hasta las calles de acceso!; brilló ella en todos los niveles y, ni los vecinos, ni el municipio de Jaramijó, ni nosotros resultamos perjudicados; quien si resultó, fue nada más ni menos que la mayor financiera crediticia estatal, ya que los vivarachos, sin propiedad/posesión del bien, permiso de construcción, estudio de impacto ambiental/industrial, ni factibilidad financiera, hipotecaron “su” inexistente predio y “generosamente” obtuvieron de ese ente elevadas sumas de dinero que esa empresa tipo  fantasma hoy no paga; por lo que dicha corporación cuenta ahora con una prenda que real y legalmente no existe; menudo lío tienen hoy quienes “transitan por la izquierda”, no política, sino moral y económica.
Así que, ¡cómo no despedir el año con gratitud!; por ello, con mi actual esposa, mis 6 hijos, 3 nueras, 1 yerno, 10 nietos y 1 bisnieto en gestación, renovamos los buenos deseos de un mejor año venidero para todos, especialmente quienes tienen la bondad de leer estas letras. ¡Feliz y próspero 2011! <    

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