En la calle y en muchos corazones hay ambiente navideño. ¡Feliz Navidad! que glorifica a Dios en las alturas e invita a los hombres de buena voluntad a trabajar por la paz.
Pero en estas fechas del 2010 no todo son lucecitas de colores y turrones variados.
Porque un laicismo mal entendido embiste contra la Navidad y, de paso, ataca también a otras manifestaciones del sentido trascendente de la vida. Por ejemplo, el laicismo pregona que la felicidad está en jugar con el fuego de la promiscuidad sexual; que Adán y Adán es una pareja sexual equivalente a Adán y Eva. Y que el progreso está en malograr la vida naciente en el seno de la madre. Y finalmente, que han de sonar las campanas tocando a muerto por eutanasia. La religión católica propone pautas de conducta basadas en la concordia. El laicismo impone “sus verdades” a todos y embiste a la cristiandad. Contra otras religiones que siembran odios no se atreve.
A pesar de todo, Cristo ha nacido. Está más cerca la esperanza de que el hombre sea hermano para el hombre. ¡Feliz Navidad!