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Galo Barcia Flor [email protected]
EL ÁRBOL DE EDIASA

Me confieso creyente, pero no religioso practicante. Creo en muchos de los misterios divinos y mi fe jamás ha claudicado ante ninguna tempestad.

Miércoles 22 Diciembre 2010 | 00:00

Pienso, y siempre lo expreso, que la mejor manera de estar en paz con Dios es no haciendo daño a nadie; y, por el contrario, y si se puede, hacer el bien. Pero hecho de tal manera, que sea el silencio el ámbito de esa acción Por estos días navideños, y como ocurre todos los años, ando por el mundo de las hadas, los sátiros, los elfos y toda esa gama de personajes de la literatura celta, que al releerlos vuelven a motivarme.
Por eso estuve en El Diario la noche en que se abrió y se lanzó formalmente el concurso anual CUÁNTOS FOCOS TIENE EL ÁRBOL. Y fue una noche espléndida por la actuación motivante y encantadora de muchos artistas; con un público de visitantes anónimos gozando del espectáculo. Y, por supuesto, haciendo el ejercicio de subir y bajar montones de veces por las hileras de focos, en el afán íntimo de acertar y ganar. Claro que en el escenario estaba animando la bellísima e imantada Andrea Báez, conmoviendo y desconcentrando; pero también pasó por allí la figura pueril y saludable de la niña María Antonieta Zavala, que hicieron de aquella noche una viva manifestación de amor, de ternura.
Yo, por mi parte, y repuesto ya de tantas lindas impresiones, insistí con el árbol y sus luces. Y como Beremiz Samir, el impresionante matemático del libro "El hombre que calculaba", de Malva Tahán, caminé por esas luces encendidas. Y ya tengo mis cifras.
Navidad, la fiesta universal de celebración de un acontecimiento histórico único, que llama a los espíritus generosos a ser sensibles con la necesidad y el dolor ajenos.
A todos los caros lectores, que tengan una feliz y hermosa Navidad.

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