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EL INVIERNO: el fiscalizador que no miente
EL INVIERNO: el fiscalizador que no miente
Por: Walter Andrade
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Lunes 20 Diciembre 2010 | 00:00

Las lluvias desnudan, despojan del ropaje y dejan en harapos la obra mal hecha, sea de quien sea.

 Es  un fiscalizador implacable que jamás se ha casado con nadie y detecta, con las  primeras  aguas,  quien ha hecho bien o mal. Juzga al contratista más  pintado, al que se cree la "última coca cola del desierto"  y  si en ocasiones,  generalmente en el primer invierno, alguien lo logra engañar, al siguiente lo atrapa. No necesita, además, de denuncia, ni de juez ni de prueba alguna para actuar. Simplemente "abre la llave" y deja al descubierto, como  para que todo el mundo vea, lo que se ha hecho y, lo más importante, cómo se ha hecho. En consecuencia, sus actos son públicos, no le guarda secreto a nadie. Por lo tanto es, o debería ser, el más  leal aliado de las  inversiones en obras viales y a quien se lo debería tomar muy en cuenta en toda obra pública, porque su presencia es, como todos los sabemos, permanente. Nunca deja de hacer su visita anual excepto en los muy escasos periodos de sequía.  
Pero al buen contratista,  el invierno lo premia, por eso es un fiscalizador total y absolutamente imparcial, y es cien por ciento confiable. Es decir que pasan inviernos y muchos inviernos  y  la obra, cuando está bien construida, permanece sin el menor rasguño. Resiste el más  severo ataque de las aguas. Ejemplo: la calle Pedro Gual en Portoviejo, construida a  comienzos de los sesenta. Ha sufrido y padecido verdaderos diluvios y no le ha pasado nada. Realmente no me acuerdo quien fue el contratista, pero lo cierto es  que 50 años  después, jamás se ha deteriorado. Simplemente fue bien hecha. Y no es el único ejemplo. Existen muchos más que debieran servir de modelo a los contratistas de hoy.  
Los ciudadanos entonces debemos exigir  a los gobiernos sea local, regional o central, que la fiscalización sea súper estricta, despiadada, y que grite al momento de detectar algún error u omisión. Que no deben esperar  que llegue el invierno para que sea quien realice la fiscalización.  Los gobiernos, del nivel que fuera,   deben de saber que el dinero que invierten no es  de ellos,  pertenece a todos los ecuatorianos  y no pueden entregarlo a contratistas que no cumplen o hacen mal lo que contratan. De esta manera no sólo evitan que se manche su gestión sino que sirven para creer que los gobiernos funcionan, que la democracia es para servir a los demás y NO PARA SERVIRSE DE LOS DEMAS. . <
 

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