“Cuando se sube a un caballo o acaricia a uno de los perros, mi hija se relaja y cambia, yo veo que ha progresado”, dijo Jenny mientras observaba a la niña que junto a un militar daba vueltas en un lugar que ha sido acondicionado en el Fuerte Militar Manabí para las terapias.
Los gritos de felicidad que lanzan los niños mientras están sobre los caballos llenan el ambiente, y la felicidad aflora en los rostros de sus padres.
Glenda de Ponce, presidenta de la fundación, señaló que 74 menores reciben hipoterapia, canoterapia, hidroterapia, terapia física  ocupacional y de lenguaje.
“En estos casos se necesita paciencia y mucho amor porque los procesos son lentos”, dijo.
Las hipoterapias se realizan con cuatro caballos que han sido amaestrados, mientras que la canoterapia es con dos perros de raza labrador. Las prácticas con estos últimos se realizan en colchonetas, donde los niños pueden peinar y acariciar a los animales, sintiendo su calor.
Los centros de hipoterapia funcionan en los grupos militares que tienen caballería, como El Oro, Cuenca, Ibarra, Riobamba, Loja, Schell y Portoviejo.
El cabo Guamán, responsable del centro de hipoterapia, señaló que cada niño recibe tres o más terapias, esto depende de las necesidades de cada uno.
Glenda de Ponce señaló que la fundación no percibe recursos, por lo cual realizan actividades como ferias de comidas, con lo que se financian las actividades y cancelan los sueldos de los terapistas y al personal administrativo de la fundación.<