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Eli Montesdeoca Vélez | [email protected]
Los crímenes de la avenida

En la edición de un conocido diario digital, del viernes 1 de noviembre del 2006, se publicó que el vicepresidente de la Comisión de lo Civil y Penal del Congreso Nacional, Hugo Ibarra (IND), presentó un proyecto de reformas a la Ley de Tránsito, con el objetivo de regular y sancionar a los infractores; pero, irónicamente, ese proyecto sólo aumenta la multa entre ocho a cuarenta salarios mínimos vitales por la muerte de una o más personas que contiene el Art. 75 de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre. Así legislan los diputados.

Miércoles 06 Diciembre 2006 | 20:20

Aún lloran los familiares de los tres jóvenes que en su sano derecho a divertirse, y caminar libremente, fueron víctima de otro horroroso ¨accidente¨ en la avenida Manabí de la ciudad de Portoviejo. Es verdad que la sanción al culpable no nos devuelve las valiosas vidas que perdimos; pero también es verdad que nos produce estupor al saber las ¨ facilidades ¨ que tiene el criminal para evadir la justicia humana. El Art. 74 de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, vigente, es una verdadera burla a la vida; conseguido hace tiempo por los influyentes dirigentes de choferes, que sanciona al criminal que conduciendo un vehículo en estado de embriaguez o de intoxicación, bajo los efectos de bebidas alcohólicas o bajo la acción de estupefacientes o sustancias psicotrópicas, del que resultaren muertas una o más personas, apenas se lo pueda condenar máximo a nueve años de reclusión menor, que con las consabidas rebajas y/o fugas se burlan de la vida ajena.   Si bien es cierto, nuestra legislación, bajo el espíritu de que ningún chofer sale a matar, tipifica al delito de tránsito sólo como culposo, no es menos cierto que quien sale con voluntad y conciencia  a conducir un vehículo a motor bajo efectos de drogas o alcohol, que ha ingerido por su voluntad, hace al delito doloso, que no puede ser premiado y tratado por igual con quien sufre un verdadero accidente y ciega la vida de un ser humano. Los obreros del volante, aquellos que laboran transportando personas y mercancías, o los choferes particulares que por nuestras ocupaciones o derecho a pasear libremente conducimos vehículos con responsabilidad, no podemos seguir de brazos cruzados ante tanta irresponsabilidad de quienes deliberadamente conducen bajo efectos de alcohol o drogas y les importa poco matar seres humanos. Sólo si los agentes del orden, por ser una contravención de policía, detuvieran a los irresponsables que se parquean a beber licor en calles y plazas, evitaremos llorar más muertes. Se hace necesaria una reforma más humana a la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, que diferencie entre un accidente y un acto con circunstancias agravantes de verdadero asesinato; y una preparación más profunda a los agentes del orden para priorizar la vida, frente a la coima o el trago para no ver esta lacerante realidad. 
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