Como ha quedado demostrado con claridad, el triunfo del economista Correa fue contundente y sin lugar a objeciones, por cuanto el proceso electoral del domingo 26 de octubre, salvo pequeñas anomalías como la tardanza en la instalación de algunas juntas, fue transparente y libre de sospechas fraudulentas. La ciudadanía cumplió con tranquilidad y ordenadamente con el derecho constitucional y prácticamente el evento de ese día no fue empañado, ni distorsionada la voluntad popular. Ganó ampliamente el economista Correa con un margen de más de 800 mil votos y su triunfo no ha sido discutido ni puesto en dudas en ningún momento. A diferencia del ganador que supo recibir el resultado con humildad e hidalguía, llamó la atención la actitud del otro candidato, el abogado Álvaro Noboa Pontón, quien no supo o no quiso aceptar el veredicto ciudadano manifestado ese día en las urnas electorales, a pesar de haberse difundido diversas informaciones coincidentes todas y que establecían con claridad un resultado indiscutible, el que poco a poco fue siendo confirmado con los datos oficiales. Lo cortés no quita lo valiente y el pueblo ecuatoriano merecía la aceptación pública de ese resultado por parte del candidato perdedor, acompañado de los deseos del éxito al que es merecedor nuestro país. Lo cierto es que el tiempo sigue su marcha y ya se está trabajando para el ejercicio en el poder del nuevo gobierno. Ya se han oficializado nombres para ministros y otras funciones. Está por concretarse el del manabita que será ministro de Obras Públicas. Y se siguen dando detalles sobre la intención de convocar a una consulta para llegar luego a una Asamblea Constituyente, proceso éste que tomaría unos nueve meses con su alto costo de ejecución, cuando bien podría concertarse cívica y patrióticamente para llegar a una reforma constitucional seria y conveniente a través del Congreso Nacional, el que tiene esas facultades, tal como lo prevé nuestra Carta Magna. Son cuatro años que tiene el nuevo gobierno para poner en práctica sus planes y programas, los que deberán ser realistas y adaptables al medio, sin influencias ni moldes extraños. Este es nuestro Ecuador y las deficiencias y problemas deben ser solucionados con medidas y remedios ecuatorianos. Hay bastante por hacer y que se lo haga con sabiduría, con patriotismo y con fe por un mejor Ecuador. Hágalo así Presidente Correa y el país se lo agradecerá. El país es suyo y nuestro también. Es de todos.