Para lograr este objetivo está elaborando un plan estratégico que identifique las fortalezas y debilidades de esta actividad artesanal. Olga Roncancio, de la Oficina de Competitividad de la CAF, dijo que este plan involucra al Ministerio de Comercio e Industrialización, a la Corporación de Promoción de Exportaciones, CORPEI, Municipios y sector académico, junto con los artesanos. Estos grupos identificarán las causas que han incidido para que la actividad artesanal haya perdido espacio. Ayer participaron en el primer taller. Uno de los primeros pasos será recuperar la identidad ecuatoriana del sombrero en los mercados europeo y norteamericano, perjudicado porque lleva la marca Panamá Hat. Igualmente, se planteó la necesidad de vincular al artesano con el consumidor final, sin intermediarios, manifestó Roncancio. La confección Keyden Pachay, comerciante de Montecristi, dijo que es bueno tener un plan de promoción y asistencia, como pretende la CAF. Esto permitirá ganar mercado y mejores precios para el artesano y la cadena de negocios, agregó. Pachay dijo que tejer un sombrero super fino, se lleva 3 y 4 meses; y de 25 a 30 días un sombrero semi-fino. El primer tejido, debe practicárselo en un clima fresco, si se teje con sol la fibra se malogra. La labor le representa al artesano 300 dólares. Luego viene el acabado final del comerciante, que invierte entre 10 y 15 dólares en el proceso de remate, asoca, apaleo, lavado y planchado. Si tiene suerte el sombrero super fino lo vende entre 400 y 450 dólares para la exportación final. Este mismo sombrero en Europa tiene un valor de hasta 10 mil dólares, mientras que el semi-fino, tiene un precio de 1.000 dólares, dijo Pachay.