En 1965 la Junta Militar de Gobierno fija el 26 de noviembre de cada año como el Día del Himno Nacional, estableciendo la obligación de iniciar los actos cívicos, deportivos y culturales y científicos con el Himno Nacional; y, desarrollar actos especiales en los centros educativos.
La declaratoria se dio mediante el decreto No.2630, firmado el 24 de noviembre de 1965. La letra del Himno Nacional fue escrita por el famoso poeta y novelista ambateño Juan León Mera, cuando ejercía el cargo de Secretario del Congreso. La historia de nuestro himno ha atravesado por algunas dificultades; antes de crearse el himno oficial, se escribieron diversas letras.
Para Pablo Chilán, encargado de la Banda de la Policía de Portoviejo, el Himno Nacional es el canto patriótico que nos debe enorgullecer a todos y al que hay que tener una actitud de respeto y civismo.
Historia
La primera versión fue escrita por un autor anónimo y apareció el 20 de mayo de 1830. La segunda la escribió el poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo a petición del entonces presidente Juan José Flores. La tercera apareció en 1838, escrita por el general Flores. La cuarta la presentó en 1845 el doctor Agustín Salazar y Lozano.
En 1865 se solicitó a Juan León Mera componer la letra del Himno Nacional y aceptó.
Hubo algunos intentos por modificar la letra pero finalmente el Congreso Nacional de 1948 proclamó, como oficial el Himno compuesto por Juan León Mera (letra). Antonio Neumane, natural de Córcega, radicado en Guayaquil y artista galardonado en Europa, fue el que hizo la música que se mantiene hasta nuestros días.
“Cuando cante el Himno Nacional debe hacerlo con respeto y cariño, pronunciando correctamente las palabras”, dice Chilán.
HIMNO NACIONAL DEL ECUADOR
CORO
¡Salve oh Patria, mil veces! ¡Oh Patria!
¡Gloria a ti! Ya tu pecho rebosa
gozo y paz, y tu frente radiosa
más que el sol contemplamos lucir.
ESTROFAS
I
Indignados tus hijos del yugo
que te impuso la ibérica audacia,
de la injusta y horrenda desgracia
que pesaba fatal sobre ti,
santa voz a los cielos alzaron,
voz de noble y sin par juramento,
de vengarte del monstruo sangriento,
de romper ese yugo servil.
II
Los primeros los hijos del suelo
que, soberbio; el Pichincha decora
te aclamaron por siempre señora
y vertieron su sangre por ti.
Dios miró y aceptó el holocausto,
y esa sangre fue germen fecundo
de otros héroes que, atónito, el mundo vio en tu torno a millares surgir.
III
De estos héroes al brazo de hierro
nada tuvo invencible la tierra,
y del valle a la altísima sierra
se escuchaba el fragor de la lid;
tras la lid la victoria volaba,
libertad tras el triunfo venía,
y al león destrozado se oía,
de impotencia y despecho rugir.
IV
Cedió al fin la fiereza española,
y hoy, Oh Patria, tu libre existencia
es la noble y magnifica herencia
que nos dio, el heroísmo feliz;
de las manos paternas la hubimos,
nadie intente arrancárnosla ahora,
ni nuestra ira excitar vengadora
quiera, necio o audaz, contra sí.
V
Nadie, Oh Patria, lo intente.
Las sombras de tus héroes gloriosos nos miran,
y el valor y el orgullo que inspiran
son augurios de triunfos por ti.
Venga el hierro y el plomo fulmíneo,
que a la idea de guerra, y venganza
se despierta la heroica pujanza
que hizo al fiero español sucumbir.
VI
Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
¡gran Pichincha! prevén tu la muerte
de la Patria y sus hijos al fin;
hunde al punto en tus hondas entrañas
cuanto existe en tu tierra: el tirano
huelle solo cenizas y en vano
busque rastro de ser junto a ti.
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