Al 15’, luego de un tiro de esquina efectuada por Pedro Quiñónez, aparecería nuevamente el sinónimo de gol eléctrico. Jaime Ayoví aparecía sin marca y sin elevarse, impactaba al esférico con su frente, contra el piso, convirtiendo en inútil la estirada de Bone que nada pudo hacer para impedir que el balón anide en el fondo de las redes.

Las cosas se le complicarían a Jorge Sampaoli cuando Eduardo Morante vio una cartulina roja luego de un terrible planchazo sobre el abdomen de Cristian Márquez al 64’. Pero tan solo cuatro minutos después, Kéner Arce también se marchaba expulsado y ambos equipos jugaban con diez. El partido ganaba en emotividad en la recta final.

Cuando restaban once minutos para que se cumplieran los noventa, una bola rodaba lentamente en el borde del área grande de Emelec. El primero en llegar a su encuentro era Darío Bone, que decidió impactarla de primera con un zurdazo que convirtió en inútil la estirada de Elizaga que tenía que sacar el esférico de su propio arco, mientras los Policiales festejaban con euforia el tanto del empate.

A cinco del final, José Espinel decretaba penal por una supuesta mano de Carlos Quillupangui, desatando furia en el banquillo de Éspoli. Quiroz asumía responsabilidad de ejecutarlo, pero sería Adrián Bone el que se terminó imponiendo en el duelo entre cobrador y portero, conservando el empate, rescatando un punto para el aguerrido conjunto de Calderón y consolidándose como la gran figura del encuentro.