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entrevista: Vicente Cedeño Vélez
"Trabajaré hasta que Papi Dios me de fuerzas"

“Sonríe que Dios te ama”, son las palabras de bienvenida que Vicente Cedeño Vélez, un comerciante de pasteles y ensaladas de frutas, da a su clientes en su local de la avenida 5 de Junio.

Lunes 19 Julio 2010 | 00:00


El es más se lo conoce como “el hermano” (por la fe evangélica que profesa), y siempre tiene una sonrisa y palabras de optimismo para todos. En medio de su trabajo hizo un espacio para atender los requerimientos de El Diario y contar su vida.

El Diario ¿Cuándo empezó su vida su vida como comerciante?

• Vicente Cedeño Yo soy de Miguelillo, en 1975 llegué a Portoviejo vendiendo aguardiente de manera ilegal, por andar de contrabandista estuve preso un día, era menor de edad, y el doctor Alejandro Cevallos (+) intervino y me sacó.
Después conversé con mi papá y le dije que ya no iba a trabajar de esa manera, y busqué otra actividad, así llegué al chifa Chiang Kai Shek, donde trabajé de ayudante.
Yo sólo sabía andar en burro, y para hacer los mandados me tocó aprender a manejar bicicleta, pero hasta que la dominé tuve varias caídas.
consumió.

• ED ¿Y cómo ingresó a la pastelería?
•  VC A los 22 años me quedé sin trabajo, un amigo que era panadero me convenció de que aprendiera, me iban a pagar 250 sucres a la semana, esa era una gran cantidad de dinero, así que acepté trabajar desde las 07h00 hasta las 14h00, además también en las noches, pero no me pagaron
Busqué trabajo en otra panadería donde me ofrecían 400 sucres semanales, y así llegue a ganar hasta 1.200 sucres por semana.
Entre trabajo y trabajo, Vicente se casó con Piedad Vélez, y tuvieron tres hijas; en el último parto su esposa tuvo complicaciones y se quedaron sin dinero, esto lo obligó a buscar a un amigo para que le hiciera un préstamo, él se comprometió a cancelar su deuda con trabajo y así lo hizo.

• ED ¿Y su relación con Dios?.

 VC Fue a través de un hermano evangélico que siempre me regalaba revistas para que me instruyera, pero yo no sabía leer, y las guardaba debajo del colchón con la esperanza de alguna vez aprender.
Un día, al salir de mi trabajo escuche que perifoneaban una campaña evangélica, y me animé a ingresar, en esos días me enfermé pero así fui, mi esposa me enseñó a leer y también fui a la escuela, a los 30 años terminé la primaria y me nombraron como abanderado del plantel. Ya tenemos 20 años en el Evangelio.

• ED ¿Ud siempre ha vendido en los sectores donde viven personas pudientes, se considera pelucón?

• VC (risas), para nada, antes con el triciclo me movilizaba por las avenidas Reales Tamarindos, Paulo Emilio Macías, 5 de Junio, Manabí y otras, pero como me atropellaron tres veces decidí ubicarme fuera de mi casa, y aquí estaré hasta que “papi” Dios lo quiera y me de fuerzas"
Los clientes siguen llegando, Vicente los recibe con un “buenos días hermano”, y la respuesta es la misma, le piden choripanes, panes con queso y la infaltable ensalada de fruta que es elaborada diariamente por los esposos.
Doña Piedad se encarga de entregar los panes, que son preparados con mayonesa o ají, dependiendo del gusto de los clientes.
Un taxista llega al lugar y solicita 8 pasteles más una tarrina de ensalada de fruta que Vicente de manera ágil revuelve en el recipiente plástico donde almacena el producto.
"Son para una cliente que solicitó a la radio de la cooperativa", señala el conductor mientras espera sentado en una hamaca que está ubicada en el parterre de la vivienda de los esposos Cedeño Vélez ubicada en Los Bosques.

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