Con aproximadamente 350 kilómetros de playas, Manabí es una de las provincias de mayor dificultad en el control de las mismas, incluyendo la seguridad en ellas.

Si bien hay dos capitanías de puerto y varios destacamentos bajo administración de la Marina, las mismas no cuentan con el equipamiento ni el personal en suficiencia como para que el patrullaje sea permanente o con la frecuencia deseable.
Las múltiples acciones delictivas denunciadas, como piratería, robo de motores, de la pesca realizada: el coyoterismo, la salida de cargamento de drogas, de barcos sin autorización, etc. así lo señalan.
Pero es justo destacar que en los últimos meses ha descendido apreciablemente esta delincuencia en el mar, lo que es favorable para el desempeño, especialmente, de las labores diarias de los pescadores.
Sin embargo, extraña y preocupa las continuas desapariciones de barcos o lanchas con su tripulación, como ha sido denunciado en Manta, donde hay familias enteras que esperan informaciones sobre el destino de sus parientes, sin lograr una respuesta mitigadora a la preocupación y al dolor. 
Así mismo, el zarpe de barcos sin el permiso oficial, que después son reportadas como embarcaciones detenidas en aguas territoriales de otros países por transportar carga indebida, y es cuando recién se enteran las autoridades ecuatorianas.
Cierto es que las capitanías de puerto son las que cargan con la responsabilidad de la vigilancia en sus respectivas jurisdicciones, pero es extenso el área a cubrir y no pueden responder con celeridad si no están equipadas correspondientemente.
Si bien la patria requiere de sacrificios, quien mejor que el gobierno para entender que el esfuerzo que hace la Marina será mucho más eficiente si se le asigna mayores recursos.