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Benhur Rodríguez Párraga
Por qué voy a la marcha

Antes de exponer mis razones, sugiero al Abg, Marcelo Farfán que si es una marcha por levantar el autoestima de los portovejenses se usen camisas y camisetas de color blanco, sin ningún tipo de identificación, para que no tenga sesgos políticos, sino que sea una fiesta cívica.

Miércoles 14 Julio 2010 | 00:00

Voy a la marcha para no seguir comprando en los mercadillos, en la vía pública de la calle Chile, de Los Bosques, de Los Tamarindos; para no seguir usando los miniterminales de la calle Quito, de El Paseo Shopping; para no seguir botando envases y envolturas desde mi carro, para sacar la basura en los horarios de recolección, para no hacer muros ni ubicar piedras y obstáculos en mi calle, para no lavar más mi carro en la acera, para no ayudar a meter más informales en el centro de la ciudad denigrándolos como personas; para que no se construyan más cajones con la figura de edificios en el centro de la ciudad, sin parqueos ni ascensores; para no parquearme en los pasos cebra o donde me dé la gana, para no meter altoparlantes en mi negocio cuando quiero promocionar un producto, para no usar los portales y aceras como sala de exhibición, para no derribar casas  ancestrales y mantener lo poco que queda del patrimonio cultural.
Igualmente, para que se aceleren los documentos para firmar el convenio del teatro de Portoviejo que duermen el sueño eterno en manos de algun funcionario municipal,  para recuperar el mango y el tamarindo no solo como fruta sino de manera ornamental. Si usted va a Guayaquil y transita por la avenida que nace en la vía a la Costa y va hasta el campo de la Espol, atravesando Ceibos Norte, todo su parterre central está lleno de árboles de mango; y aunque nos llaman chupa mangos y la ciudad de “los reales tamarindos”, ya casi que no los tenemos. Porque se planifique y diseñe la infraestructura y crecimiento que nos permita exigir que las instituciones públicas estén en la capital de la provincia, ya que Ciudad Alfaro fue creada como centro cultural y no burocrático.
Seguro estoy que usted, distinguido coterráneo, tendrá muchas más razones, como lo dije en un escrito que fue publicado en este medio de comunicacion en septiembre u octubre del 2004, con el título Pueblo vs ciudad, con algunas odiosas comparaciones,  y terminaba así: "Seguro estoy que existen muchas más diferencias, pero las dejo para que usted, amigo lector, las escriba, saque sus conclusiones y decida si quiere ser un habitante de un poblado o convertirse en un ciudadano orgulloso de su ciudad’’. Voy a la marcha porque ya no quiero ser habitante sino un ciudadano activo, ¡orgullosamente portovejense!.

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