Cuando TAME canceló los vuelos Portoviejo-Quito y viceversa, y luego desde el poder central se anunció que el aeropuerto Reales Tamarindos podría dejar de operar definitivamente y que lo más conveniente era hacer una supervía para conectar Portoviejo con la pista aérea Eloy Alfaro de Manta, la gran mayoría de la ciudadanía portovejense y de los manabitas consideramos que se estaba pensando en una solución tremendamente equivocada. La pista aérea Reales Tamarindos es útil para viajar a Quito para las personas que viven en los otros cantones manabitas.

Fue entonces cuando la Cámara de Comercio de Portoviejo, con su presidente  a la cabeza, y otras personas que se preocupan por el bien común de la colectividad manabita, dijeron enfáticamente: el aeropuerto Reales Tamarindos no se cierra, y se inició una lucha patriótica y civilizada.
Después de largos meses de espera, el 18 de junio del año que decurre, la empresa Aerogal inauguró su vuelo Portoviejo- Quito, y anunció que los vuelos hacia Quito se mantendrán de manera continua.
Para fomentar el turismo hacia nuestra provincia y darle vitalidad al Reales Tamarindos es necesario que la vía Portoviejo- Crucita sea una realidad cuanto antes y que en la parroquia Crucita se proyecte una ciudad de unos quince mil habitantes, con todos los servicios básicos, y que sobre la desembocadura del río Portoviejo se construya un puente que permita el tránsito vehicular entre las playas de San Clemente - San Jacinto y Crucita.
Sería conveniente que la Cámara de Comercio de Portoviejo impulse con entereza esas obras, y que el Ministerio de Obras Publicas, el Consejo Provincial de Manabí y el Concejo Municipal de Portoviejo trabajen por esas obras.
Si unificamos esfuerzos, la carretera de cuatro carriles Portoviejo- Crucita podría ser una realidad en los próximos meses; de lo contrario la obra seguirá semidormida y las  máquinas de los contratistas seguirán con idas y venidas y nada más.