Eudoro Parrales es uno de los trabajadores más antiguos del astillero. Nació para ser carpintero.
El amor a esta profesión la heredó de su padre, actualmente es presidente de la Asociación de Carpinteros Navales de Manta y con 65 años de edad, es uno de los "cirujanos" de barcos más exitosos de la ciudad.
En sus manos está la construcción unos de los barcos más grandes que se han hecho en el astillero de Manta.
15 carpinteros navales trabajan a diario para entregar esta obra que está valorada en medio millón de dólares.
Tiene 22 metros de eslora (largo), 3 metros de puntal y 6,80 de manga (ancho).
En el astillero laboran 50 obreros, divididos en 4 grupos, de 12 y 15 trabajadores.
"Para entregar un barco con todos los detalles demoramos 4 meses, cualquiera que sea el tamaño, pueden ser de 18 a 22 metros.
En esta zona, convertida también en atractivo turístico, se construyen de 3 o 4 barcos por año.
Sin embargo este año la demanda que tienen es muy alta. Más de 5 embarcaciones están en proceso de construcción y otras 4 esperan por trabajos de reconstrucción.
Los dueños de barcos piden especialmente modificaciones en los camarotes. Esta es la única parte del barco que pueden cambiar porque el resto de la elaboración es practicamente la misma, indicó Eudoro Parrales.
"Antes los barcos no se hacían tan grandes eran desde 13 a 17 metros. Su tamaño aumentó debido a que los pescadores ahora tienen que adentrarse más en el mar para conseguir las especies marinas", explicó.
Alciviades Anchundia es otro de los carpinteros del Astillero de Manta. Su juventud se dedicó a la pesca, pero al ser una labor muy sacrificada prefirió ocuparse en la construccion de barcos.
"Aquí gano más que exponiéndome el mar, son $ 20 diarios seguros", destacó.
El arte de hacer barcos también genera empleo. José Mendoza desde hace algunos años se dedica al transporte de la madera desde Borbón-Esmeraldas.