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Filosofía
La identidad del manabita

"No hay fiesta más grande que gritar hasta que se rompan las palabras y decir: soy manabita. El grito suena como la voz del mar enfurecido, o como una tempestad en el vientre de una montaña. Y es como afirmar: soy cholo, soy montubio", dice Horacio Hidrovo en su poesía.

Miércoles 23 Junio 2010 | 20:44

Para Marco Zambrano, decano de la Universidad Eloy Alfaro de Manabí en Chone, al auténtico montubio no se lo identifica porque carga sombrero o porque anda descalzo. “Un verdadero montubio es un hombre de palabra, digno, que ama su tierra y familia por encima de todo”.
Agregó que el auténtico montubio es un hombre valiente, generoso y no es agresivo como se lo pinta.
Para Zambrano se está perdiendo la identidad del montubio cuando la gente vive de cuestiones existenciales, de resolver problemas y de tratar de trascender.
“Creo que en Manabí se ha ido perdiendo identidad, al momento creo que hay tres razas, la chola, montubia y mantaba, a esta última pertenecen aquellos que emigraron a Manta y que cuando se les pregunta si son cholos o montubios, responden simplemente que son de Manta, viendo a la ciudad como una expectativa de tenencia. Manta está fabricando una identidad propia, y sin temor a que haya malas interpretaciones, yo la llamo mantaba”, agregó Zambrano.
El baño de San Juan

Los montubios tienen costumbres, tradiciones, formas de vestir, de disfrutar en las fiestas y  de mantener juegos populares, manifestó el folclorista Eumeny Álava, al describir la identidad del montubio.
En lo que respecta a mantener tradiciones, en Calceta todavía se conservan algunas prácticas, como el baño de San Juan, que se realizó anoche en el río Carrizal, en el barrio San Bartolo.
Esta tradición, que se la sigue realizando para atraer bienestar y fortuna, era complementada con una bebida llamada el shampoo de San Juan, elaborada a base de maíz, raspadura y maduro. “Exquisita bebida que se repartía en esta fiesta, pero que ahora se elabora muy poco, sólo en las casas donde se festejan los juanes”, precisó Álava.
Eumeny Álava es un estudioso de la cultura y tradiciones, y cree que  el montubio es comunicativo y antepone la  tradición oral. “Es típico cuando estamos ante una dama le lancemos un amorfino”.
Eumeny coincide con Marco Zambrano, cuando éste se refiere a que montubio no es sólo aquel que anda con sombrero o descalzo. “Cuando tenemos actos  no vamos con garabato, machete o con los pies pelados, vestimos nuestra indumentaria de parada. Coincido también en que nuestra palabra es escritura e invariable”, agregó.
Otra característica del montubio es la fraternidad y la buena vecindad. “Nos servimos entre vecinos y nos conocemos por nuestros apodos, nos caracterizamos por nuestras creencias, y dependiendo del nivel cultural y religioso, unos somos más arraigados que otros”, acotó.
Álava reconoce también que existe una crisis de identidad. “Cuesta mucho que los montubios que llegan a la ciudad reconozcan de dónde son y lo que son. Eso pasa con mis estudiantes, cuando en la universidad uno les pregunta de dónde son, se resisten a decir de dónde provienen, porque falta sensibilización, porque siempre se ha creído que decir montubio es un peyorativo, se ha estigmatizado a los montubios, y eso es lo que muchas veces compunge a los jóvenes y provoca que se vaya perdiendo la identidad”.

Identidad histórica

"El pueblo montubio tanto como el cholo creen en el bien y el mal, y alrededor de este tipo de maniqueísmo, construye sus representaciones, perfila sus rituales y creencias. Son fieles devotos de Jesucristo crucificado, pero sobre todo son tributarios de la tradición mariana. Casi todos los pueblos tienen una virgen. Además, la mayoría tienen santos de los cuales son fieles y con los que entablan una relación particular, personal y en general ajena a cualquier intermediación de la iglesia. Si bien la iglesia media entre el pueblo y la virgen del lugar, en cambio la relación con el santo es privada: el santo está en el altar de la casa, de su cuarto o en la estampita que llevan siempre consigo. El mal está encarnado en el diablo y en el duende. Alrededor de estos personajes, que ya tienen poco que ver con el referente medieval, construyen leyendas e historias. El diablo viaja a caballo y vestido de negro y con sombrero. El duende es chiquito, inquieto y tentador. Está más relacionado con el 'pecado' femenino.
Lo bueno y lo malo es a veces juzgado por el propio individuo, de acuerdo a sus propósitos vitales. Es el caso, en la cultura urbano marginal, de los delincuentes que piden a sus santos -Niño Divino o Justo Juez-, ser protegidos"*.
*Proyecto de Recuperación de la Tradición Oral de la provincia de Manabí. Archivo del Banco Central.

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