El conflicto de Oriente Medio, que ha vuelto a estallar tras la provocación de las flotillas y la falta de tacto del Gobierno de Israel, se ha convertido en un espejo de la crisis económica mundial que, dos años después de estallar, se encuentra sumida en el círculo vicioso de la desconfianza.

Esta desconfianza tiene su raíz en la destrucción paulatina de los valores morales que han dejado de ser el norte de la conducta tanto de los gobernantes como de buena parte de las sociedades afectadas por el relativismo. Ni la diplomacia ni las armas son suficientes para generar esa confianza que necesita el mundo. La solución para recuperar la esperanza está en el respeto profundo de los derechos humanos, empezando por el derecho a la vida. Pero de eso se ríen muchos gobiernos, aquí tenemos un claro ejemplo, que se consideran progresistas y vulneran la gran regla de oro de la convivencia: no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.