Según informaron hoy los medios sudafricanos, un tramo de traviesas de madera de la vieja vía habían sido robadas a unos 800 metros de la estación de Cullinan y los 627 pasajeros del tren, propiedad de los Amigos del Ferrocarril, sufrieron un gran susto, pero ninguno resultó herido.

Los viajeros realizaban un trayecto festivo por el Día del Padre, que se celebró ayer en Sudáfrica, y algunos de los Amigos del Ferrocarril conducían el viejo tren cuando se produjo el accidente, minutos antes de las once de la mañana (09.00 GMT).

"Gracias a Dios, mi padre está bien", dijo al diario local "Beeld" Dominique Smith, cuyo padre, Steve Smith, era el fogonero.

La locomotora, de 190 toneladas de peso, volcó y el carbón y el agua de la caldera se derramaron, lo que produjo un gran estrépito.

Según Nathan Berelowitz, presidente de los Amigos del Ferrocarril, esta es la segunda vez en 25 años que ocurre un descarrilamiento en uno de sus trenes.

"Si el maquinista no hubiese ido tan despacio como si fuera caminando, ya que se acercaba a la estación de Cullinan, podía haberse producido una gran tragedia", dijo Berelowitz.

Henry Lazenby, responsable del tren en su viaje de ayer domingo, se mostró satisfecho de que nadie resultase herido y recalcó que los ladrones de las traviesas causaron graves daños a la máquina.

En Sudáfrica, las viejas traviesas de ferrocarril, de madera muy dura, son utilizadas para hacer muebles y los Amigos del Ferrocarril atribuyen el robo a este uso.

El Organismo de Regulación de los Ferrocarriles de Sudáfrica ha abierto una investigación y solicitado a la ciudadanía que aporte cualquier información sobre el robo de las traviesas.