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Padre nuestro
Padre nuestro
Por: Fernando Naranjo-Villacís | [email protected]

Domingo 20 Junio 2010 | 00:00

A través de los tiempos, el padre ha sido considerado como el sustento, inspirador y guía del hogar. Sus actos constituyen vivo ejemplo a seguir. Y en el día dedicado a celebrar a nuestro progenitor, acuden recuerdos que se tornan intensos, más aún cuando los seres más queridos se alejaron de esta instancia terrenal para trascender al misterioso infinito.


Reitero lo que en varias ocasiones he manifestado: la mejor experiencia educacional no fue en la escuela, colegio o universidad, constituyó importante complemento, pero lo fundamental fue la enseñanza de mi padre, su cátedra vivencial y permanente.
Fueron los valores, no predicados sino practicados, los que señalaron el camino. Quedaron grabados como normas de vida: la honestidad, la honradez, la solidaridad, el trabajo fecundo, la educación permanente, la sencillez, la seriedad y sobriedad, el orden y respeto. Quienes lo conocieron saben que lo expresado constituye auténtico retrato hablado de don Héctor.
Así como él, pienso que todos con menor o mayor intensidad debemos direccionar esta paternal responsabilidad. Ahora que vivimos un mundo convulsionado, considero la actitud aleccionadora del padre, adecuada forma de vencer el caos total. Es importante el diálogo en valores, no como imposición, sino como amistosa orientación, será entonces un estupendo regalo de vida, sin perder fortaleza ni potestad.
La palabra es un prodigioso don que hay que saber expresar con sensatez. Una palabra puede ser de gran estímulo para quien la escucha. Que sea este día propicio para celebrar con palabras gratificantes y nos inspiren a una nueva forma de pensar y de actuar.
Es bueno ser ahorrativo pero no con las palabras, seamos generosos para decir lo que sentimos, hay quienes por exceso de respeto, por timidez o temor, no se atreven a decir lo que sienten; qué mejor oportunidad en el Día del Padre para decirlo con un abrazo envolvente de cariño y gratitud.
Los invito a tener un momento de diálogo íntimo, con nuestro Padre Celestial, aunque lo consideremos aparentemente distante, la oración nos aproxima y en ese acercamiento pedir amparo para nuestra familia, que nos sea otorgado el pan nuestro de cada día, salud, trabajo, para hacer realidad el sueño de vivir sanos, felices y libres.

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