La revolución ciudadana busca desesperadamente curarse en sano, implementando medidas que pongan freno a sus propios excesos; y que frente al escandaloso incremento del auge delincuencial contribuyan a detener esta escalada de violencia que, en gran medida, su política de cambio sembró y ya comenzó a dar exagerados frutos.

Una de ellas, inconsulta por cierto,  la radical limitación de venta de bebidas alcohólicas y su prohibición total en todo tipo de espectáculos públicos, que desde ya  le ha generado fuertes reacciones en el sector turístico que se apresta a protestar por la medida desde ya impuesta. Y que, para no variar en trato y comportamiento, tenía que ser la capital de la provincia, Portoviejo, donde se inicie esta aplicación. La presentación de Víctor Manuelle fue el palpable ejemplo de lo absurdo de la medida, que fue burlada pese a la numerosa presencia de guardianes del orden.
Medida esta que, al igual que otras, dedicadas exclusivamente en contra del sector privado, generará un incremento de desempleados que es lo que muchos consideran  como un manantial para el acometimiento de delitos de todo orden, sumado al incontrolable incremento de extranjeros que este gobierno ha permitido importar sin beneficio de inventario. Y la crónica policial, que a diario pone a la vista del público los  presuntos autores de delitos, evidencia un gran número de estos foráneos inmersos en estas acciones que a todos nos tienen en estado de zozobra.
Cuidado este tipo de medidas tomadas unilateralmente, sin enfrentar el problema de fondo;  coincidiendo que el combate contra la delincuencia tiene varias facetas y que para que sea exitoso debe aglutinar sectores y actitudes, todos dependientes del Gobierno o Poder Central, como una amplia y capacitada actuación policial; una apertura gubernamental que facilite inversiones frescas y creación de nuevos empleos, y una política generadora de confianza en el país.
Y teniendo el problema varios frentes, confluye el comportamiento del Poder Judicial en el tema, la flexibilización de las penas,  la inexistencia del pasado judicial, y hasta la exagerada tolerancia en temas de comportamientos y apetencia sexuales de personas, a juicio de muchos las verdaderas motivaciones para este crecimiento delincuencial.
Finalmente, hay que reconocer que es innegable que el libertinaje en la venta y libre consumo de bebidas alcohólicas es incidente también para este incremento delictuoso, y  que se requiere de una paulatina regularización de su consumo, socializando el tema con sus protagonistas, pero como está concebido su control, el remedio puede salir más costoso que la enfermedad.
Y más bien pueden salir a la vista falencias en los organismos de control  y el nacimiento de un mercado negro que evidencie corrupción.
Y el consumo en la práctica, no varíe.