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Acepto ir a la marcha
Acepto ir a la marcha
Por: Jorge Bello
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Viernes 18 Junio 2010 | 00:00

Sin condicionamientos ni sospechas. Digo sí al planteamiento de Marcelo Farfán Intriago, para marchar por la autoestima de portovejenses y manabitas. Su propuesta es clara, me parece transparente y altruista.

Marchar para decir basta al quemeimportismo que ha hecho carne en gran parte de nuestra población y que con proverbial desinterés ha ahondado la calamidad social, política, económica, urbanística y hasta deportiva del gran  entorno llamado ciudad y cantón. Es un sano ejercicio colectivo de autocrítica y siembra de una semilla de dignidad en terreno fértil que, seguro, germinará en las mentes y corazones de los manabitas y portovejenses para ser verdaderos ciudadanos.
De aquí puede emerger ese torrente de civismo que está llamado a volcar la historia de lo que yo llamo su principal abandono, ese cruel abandono ciudadano hacia el entorno que se expresa en desidia, agresión a su escasa  infraestructura, insulto a sus pocos o muchos valores éticos, urbanos, culturales y sociales, desvalorización de sus íconos, entre tantas otras muestras de una eminente decadencia social que nos golpea. Y que se expresa en la  ciudad sucia por acción de sus habitantes, arrinconada por el miedo a la  delincuencia, complaciente con la corrupción, caótica en lo urbano, inexpresiva de civismo. Será  bueno el remezón. 
Luego vendrán otras urgencias que habrá que atender y enfrentar desde la unidad, la movilización y la conciencia; elementos vitales para construir ese nuevo Portoviejo que debemos anhelar. Bien lo lee Farfán en su propuesta, allí, en la pobre autoestima, radica el origen de los problemas: si no te respetas, lógico que no te respeten.
Nos tenemos que demostrar a nosotros mismos que podemos superar diferencias de pensamientos y críticas coyunturales por un bien superior y altruista. Creo que la convocatoria está suficientemente sustentada en lo cívico de la iniciativa y rebasa el ámbito personal de los convocantes, porque lo colectivo es  su  principal fortaleza.
La capacidad de movilización de los Portovejenses deberá ser un mensaje multidireccional, a saber:
Para los mismos portovejenses, ellos se dirán que sí se puede; que unidos, organizados y movilizados constituyen una fuerza a la que deberán mirar con respeto y rendirle cuentas.
Para los gobiernos seccionales, llamados a gobernar su territorio, que aquí hay una masa con conciencia para contribuir en la gobernabilidad, con dignidad, por lo tanto a  respetarse o se hará respetar, con muchas necesidades insatisfechas que, como gobiernos locales, están obligados a atender desde el mandato que tienen.
Para el gobierno central, que aquí hay un pueblo sintonizado con su propia realidad y no con la que idealizan cuatro burócratas del Senplades desde sus escritorios en Quito. Lo que debe pensarse es qué haremos el día después para concretar tantos buenos propósitos.
 

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