Hoy se cumplen 265 años del natalicio de Manuel Inocencio Parrales y Guale, quien fue cacique gobernador del común de indios de Jipijapa y está considerado como el primer agrarista de América y un adelantado a su época.
Parrales y Guale nació en Jipijapa el 17 de junio de 1745, perteneció a una familia de ligero mestizaje por su padre Inocencio Parrales e indígena por el apellido de la madre Manuela Guale, señala la obra Biografía de Valores Manabitas.
Desde muy joven mostró inclinación por obtener educación y conocimientos, que los logró al amparo del cura párroco Francisco Javier Ruiz Cano.
La gloria de Parrales y Guale radica en su esfuerzo, visión, valentía y responsabilidad para reclamar los derechos de los indios sobre el territorio de la comunidad, quienes venían siendo objeto de abusos y humillaciones por parte de los conquistadores españoles.
Travesía
Como en Portoviejo y en Quito, donde se había presentado el reclamo inicial, no se había encontrado la solución, es que Parrales y Guale decidió viajar a España con el fin de conseguir con el Rey Carlos III una nueva Cédula, parecida a la del Emperador Carlos V, pero de exclusivo provecho para la comunidad indígena de Jipijapa.
Y efectivamente Manuel Inocencio viajó a España, “la inteligencia del cacique, su presencia de ánimo, su exposición clara y convincente, su agradable aspecto físico, en fin, todas las cualidades que adornaban al Cacique, valieron para que se expidiera la Cédula Real a favor de los indios del Común de Jipijapa, el 2 de agosto de 1780, fecha importante en el calendario cívico de Jipijapa. La Cédula llegó a Quito a fines de 1780”, dice el citado libro.
Su nombre está perennizado en una calle, una parroquia urbana, una escuela y un colegio de esta ciudad, planteles que han venido realizando actos conmemorativos en homenaje a su ilustre patrono.
Para los estudiantes, Parrales y Guale es un ejemplo de constancia y de lucha por el interés común.