En el Ecuador se efectúa, casi en forma libre, la práctica criminal de los “abortos clandestinos”; esto es el asesinato de fetos sin mayor problema.
Recién se descubrieron unos anuncios en los postes a la entrada de las universidades, en donde se promueven los abortos “ciento por ciento efectivos”. Esta práctica criminal se remonta al siglo pasado, en donde había un famoso médico “abortólogo” y una obstetra igual de conocida, que tenían listas de las mujeres de todas las clases sociales a quienes habían intervenido, muchas de ellas parejas, esposas y mujeres de prestancia social, lo que motivaba que los profesionales dedicados a estas actividades ilícitas en la práctica nunca fueran sancionados por estos delitos.
¿Por qué se producen los abortos clandestinos? Por la falta de educación sexual en los hogares y en los colegios, que son los sitios en donde los padres y los maestros deben enseñar la fisiología del embarazo y de la actividad sexual, que al año 2010 es una práctica generalizada en toda la juventud ecuatoriana. La mayoría de adolescentes a partir de los 12 años tienen actividad sexual a escondidas de los padres, vienen las chicas a controles del crecimiento y casi un 100% ha tenido relaciones sexuales con los enamorados o los amigos, sin que los padres se enteren de esto. Ellos piensan o creen que sus hijas son vírgenes, cuando sucede todo lo contrario; algunas han tenido no sólo un aborto clandestino; es el cambio radical de la escala de valores morales, que tiene nuestra juventud en relación a la formación de sus padres.
El embarazo en mujeres jóvenes de 15 a 25 años en la mayoría de casos es no deseado, convirtiéndose en el “mercado” ideal para individuos que de la práctica del aborto hacen su “agosto” económico, con las graves secuelas psicológicas y sociales que dejan en sus víctimas, y que en su mayoría jamás podrán ser superadas ni con tratamientos profesionales.
¿Tienen nuestros jóvenes la preparación adecuada para iniciar una vida sexual plena, consciente y responsable? Por supuesto que no; se entregan en una pasión desenfrenada, en una carrera contra el tiempo a los placeres del sexo, drogas y alcohol, sin meditar en las enormes repercusiones del “sexo libre” en el desarrollo de la personalidad y la madurez necesaria para llegar a ser un individuo que pueda ejercer el derecho a tener una vida sexual informada, en total desarrollo y sobre todo responsable.
Aquellos individuos que ejercen funciones de médicos u obstetras sin serlo, deben tener sanciones que impidan la impunidad de sus delitos y a los que siendo titulados lo hacen igual, porque el aborto clandestino es causa de dolor, llanto, desesperación de una mujer abandonada, deprimida, vilipendiada, envuelta en una soledad tremenda, que asume sola uno de los enigmas más difíciles: “asesinar a su propio hijo...”