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Portoviejo eterna
Portoviejo eterna
Por: José Ramón Moreira Aliatis
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Sábado 29 Mayo 2010 | 00:00

Siempre en la historia hay los uno que por temor callan y los otros que se arriesgan a ser denostados; yo soy de los segundos. El triunfalismo hizo que todos olvidaran que la constitución de Montecristi era concentradora de poderes y decisiones. Ilusos. Aunque el artículo primero diga lo contrario, creen nuestros dirigentes que es cosa de extender la mano y pedir. ¡No!. Se tiene que presentar proyectos con sustento técnico para que empiece un camino tortuoso, a más del aval y apoyo de la población beneficiada.


El adagio popular: “Cada quien juzga por su condición”. La desconfianza prima en sus ciudadanos. A este gobierno municipal le tocó ser la desembocadura, el vértice de tantas frustraciones acumuladas de anteriores administraciones; todos están incrédulos, no se brinda el respaldo unánime que es lo que necesita la estropeada capital.
La percepción que se interpreta es, cómo es posible que el 85% del presupuesto municipal sea para gastos corrientes entre obreros, empleados, autoridades, de elección popular y otros consumos. La oportunidad del señor Presidente para desaparecer ese icono manabita que costo lágrimas, sudor, sacrificios, la CRM, aunque algunos pocos se opusieron y la gran mayoría calló; fue por esa razón algunos hasta se alegraron.
El Jefe de Estado conoce estas realidades “está bien informado”; es la única explicación  a un ¡no! rotundo a la ayuda solicitada por la corporación del pleno. Seguro que no los recibirá.
Según muchos, ya no hay a quien acudir; según otros, ciertos líderes políticos perdieron el derecho a representarnos; ya no logran aglutinar, los más que el Gobierno Nacional no es afecto al Gobierno Municipal. Peleas intestinas, faltándose el respeto públicamente, demuestran el poco tino político para manejar la cosa pública.
 Debemos desterrar odios, la ciudad nos necesita. Portoviejo será eterna, así sea en ruinas debe trascender; no debemos dejarla aislada. Mi homenaje imperecedero a la “Ciudad del valle apacible, donde el sol derrama sus cascadas de oro y poesía”. Limemos asperezas, hay que dejar a un lado la indiferencia, el quemeimportismo; es ahora cuando se necesita ayuda, la de los Reales Tamarindos. Es verdad que hay agotamiento de esperanzas, puede ser esta la última oportunidad para ciertos líderes, pero ahora somos indispensables.
Todos debemos “unirnos integrarnos”, no queda otro camino, no podemos dejar que el gran maquinista de la gran locomotora utilice su fortaleza para partirnos, dividirnos. Perderemos. Sabe interpretar muy bien las frustraciones ciudadanas, ya lo ha demostrado; la rueda de la historia nos puede arrollar, las futuras generaciones nos reclamarán.

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