Actualizado hace: 930 días 17 horas 23 minutos
Portoviejo
Viven olvidados por la familia

En un espacio no mayor a dos por tres metros, viven dos ancianos y su nieto discapacitado.

Domingo 20 Diciembre 2009 | 20:34

La vivienda de madera y caña es oscura porque no cuenta con ventana, el único sitio por donde ingresa la luz es la puerta, que permanece abierta siempre.
En el lugar tampoco hay servicio higiénico, las necesidades biológicas son realizadas en una bacinilla, y después lanzadas fuera de la casa.
En ese lugar habitan Manuel Morrilo, su esposa Alba Arteaga y su nieto Roberto Majojó, quienes aseguran que han sido olvidados por la única hija que tuvo doña Alba, de quien no tienen noticias hace varios años.
Como única compañía tienen un televisor y un radio que una persona de buen corazón les regaló hace algún tiempo.
Manuel duerme sobre una esponja que está en el piso de tierra, mientras que Alba y su nieto lo hacen en una cama, en un desgastado colchón.

Enfermos
La señora no puede caminar desde hace 10 meses, cuando su pie se dislocó, y por falta de dinero no ha podido acudir a ningún centro de salud para recibir atención médica.
Una mancha negra de sangre es visible a la altura del tobillo.
Manuel no puede trabajar porque padece de hemorroides y tiene problemas de próstata, mientras que Roberto tiene discapacidad en un 100 por ciento.
Es el anciano quien se encarga de pedir comida a los pocos vecinos que tienen en la vía a Crucita, lo que consigue es consumido por estas tres personas.
Con pesar contó que la hija de su esposa nunca los ha ayudado, y que la única ocasión en que la buscaron fue cuando doña Aba se enfermó, y como no tenían quién se quedara con Roberto, la llamaron para que cuidara a su hijo; nunca llegó.

El bono su ayuda
Don Manuel contó que los tres cobran el bono que entrega el gobierno, y con ese dinero adquieren algunas cosas como medicinas y alimentos, pero que hace dos meses no lo ha cobrado, por lo que está preocupado que lo puedan perder.
"Imáginese si eso pasa, nos quedamos sin nada", dijo el anciano con voz casi imperceptible.
El terreno donde los Morrillo viven no es de ellos; un amigo se los prestó, pero confían en la palabra de una persona que no fue identificada y que hace poco los visitó, quien se comprometió a donarles un terreno con una vivienda tipo Hogar de Cristo para que ellos tengan algo propio dónde vivir con dignidad.

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