Actualizado hace: 931 días 2 horas 1 minuto
Marcelo Farfán Intriago
Partidos y movimientos políticos

El 26 de abril, fecha de los últimos comicios electorales en el Ecuador, dejaron de existir los partidos y movimientos políticos, según mandato de la Constitución, aunque muchos dirán que esto debió ocurrir después de la proclamación de los resulta dos, lo que a mi modo de ver es intrascendente porque éste último es solo un efecto de lo primero.

Miércoles 02 Septiembre 2009 | 17:47

Dejaron de existir por cuanto el registro electoral dejó de tener validez y hoy los que quieren existir deben cumplir con los requisitos establecidos en el artículo 108 de la Constitución y los artículos 305 al 384 del nuevo Código de la Democracia. Los partidos tradicionales deberán presentar su estatuto adecuado a las disposiciones del nuevo Código de la Democracia un programa de gobierno, directivas provinciales elegidas por votación universal y secreta de sus afiliados debidamente empadronados, mínimas doce de las cuales dos deben ser de Pichincha y Guayas por ser las de mayor población. Lo atractivo de este proceso en que los partidos y movimientos tienen que reinscribirse, es que todos los que existieron y los nuevos por supuesto deben afiliar a los ciudadanos y reafiliar a los que ya tenían y entonces se sabrá a ciencia cierta cuántos tienen cada uno, evitando que inescrupulosos ciudadanos tengan varias afiliaciones políticas o que los partidos sigan siendo que tienen un número determinado de afiliados cuando en los procesos electorales no llegan ni al 25% de los que manifiestan tener. Los movimientos tienen también sus espacios y pueden existir local, regional o nacionalmente, aunque no comparto el hecho de que movimientos que tienen estructura nacional sigan siendo movimientos y no partidos políticos, lo que crea desventaja para los segundos porque seguirán satanizándolos con el remoquete de la partidocracia. Sin duda que la distinta manera de distribuir el fondo partidario permanente a los partidos y movimientos políticos en la Ley Electoral, que reemplazo a la Ley de Elecciones, también tiene connotaciones positivas por cuanto los recursos económicos son para actividades de capacitación, organización y no para campaña como solía ocurrir, a más de que no solo se quedará en la cúpula partidista sino que tiene que ser distribuida equitativamente para todas las directivas provinciales inscritas. Sin embargo, expreso mi preocupación si el Instituto de Investigación y Análisis político que habla la Ley Electoral difundirán de manera democrática, sin restricciones ideológicas toda la información necesaria para conocimiento de los ciudadanos, y no necesariamente solo la del movimiento gobiernista. Para que esto ocurra se necesita mucha imparcialidad de los miembros del Consejo Nacional Electoral que por lo menos en este último proceso al país entero le quedo debiendo demasiado con aquello. Las cosas buenas hay que reconocerlas y decirlas, así que esta es una de ellas y lo expreso frontalmente.
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