Lo acontecido indica que las precauciones tomadas oficialmente no son la solución definitiva como para despreocupar al ciudadano y sentirse completamente protegido, pues son controles falibles debido a la misma naturaleza de lo que se intenta controlar, como este caso la llegada de un virus que puede tener vectores de transportes varios. Por esta razón, cualquier sistema de defensa que se aplique no será eficiente si no existe la colaboración de la ciudadanía, principal objetivo a cubrir y, a la vez, el que más obligado está a contribuir en su propio beneficio. En el caso del niño llegado de los Estados Unidos, luego de comprobarse estar afectado de la gripe, al permitir que su madre se lo llevara a su hogar facilitó el acometimiento de un segundo error al incumplir la madre la disposición de mantenerlo aislado, creando un estado de riesgo de contagio general al enviar al niño a su colegio creyendo que estaba mejor. La ministra de Salud manifiesta que el “el virus no se encuentra circulando en el país” porque, si bien existe un caso comprobado, este ha sido importado; es decir, llegado del exterior. Y la ministra pide calma. Pero también es cierto que el virus no pide permiso para contagiar y debe extremarse las prevenciones especialmente insistiendo en la ciudadanía la manera de cómo hacerlo, para que convierta en el principal aliado en esta emergencia. Por eso es que todo el conglomerado social debe voluntariamente obedecer las recomendaciones que Salud hace para evitar que se extienda el virus de la gripe y, menos aun, cobre víctimas entre los menos protegidos, que suelen ser los más.