En varias localidades de algunas provincias se produjeron manifestaciones de inconformidad con supuestos resultados extraoficiales, violentándose los recintos electorales para quemar las urnas, las actas y las papeletas utilizadas en la elección general. Manabí no estuvo alejado de esta reacción, lamentándose bochornosos incidentes en Flavio Alfaro que obligaron a suspender la votación para este domingo; y en Jipijapa, donde una muchedumbre destruyó el material utilizado en los sufragios, temiéndose que deba repetirse el acto electoral. Y si bien en otras ciudades no se han dado estos desmanes, existe un clima de desconfianza creado, según las quejas, por la demora de las debutantes juntas intermedias en escrutar las actas; o por supuestas alteraciones en las mismas, lo que impide conocer los resultados oficiales en las dignidades sectoriales de prefecto, alcaldes y concejales. Las especulaciones y los rumores sobre acciones fraudulentas se incrementan y caldean los ánimos, aumentando los riesgos de enfrentamientos físicos entre los grupos que proclaman triunfo para sus candidatos, lo que felizmente no ha llegado a suceder y hay que evitar. En editorial anterior sugerimos al Consejo Nacional Electoral cumplir, estrictamente, con la política de claridad absoluta en el proceso de votación y la transparencia extrema en el acto del escrutinio, lo que volvemos a invocar para que la población en general, y las fuerzas políticas, en particular, puedan ser testigos fehacientes del respeto a la decisión popular depositada en las urnas. "Transparencia extrema en el acto del escrutinio"