Si son transparentes las elecciones del Domingo 26, no solo contribuirán a la libertad del pueblo, sino también a su educación, ya que, cuando se conducen las campañas electorales con seriedad y tino, sus efectos educativos sobre los electores son incalculables. Esto no significa, precisamente, que las campañas se desarrollen siempre como deberían (“gracias” a un Consejo Nacional servil), ni todos los que participan en ellas lo hagan con elevación de miras (la obsesión del poder deriva en personalismos), ni que las cuestiones se expongan con honestidad y se discutan con verdaderas pruebas y con lógica (el déspota y sus adláteres se mofan de las más elementales normas legales y éticas).