Por Gabriela Mantuano

Elsa Vélez vivió por más de 20 años en los terrenos donde hoy se ubica el Nuevo Tarqui. Ella junto a su hermano José Eduardo firmaron un contrato de guardianía con Filanbanco, a quien le pertenecían estos terrenos de más de mil metros cuadrados.

En los galpones donde además funcionaba un taller mecánico vivió su juventud. Menciona que tras el terremoto, esa estructura de más de cien años de antigüedad cedió y sobrevivió de milagro.

“El día del terremoto yo estaba sola. Mi hijo, que es discapacitado, había salido a jugar un rato a una cancha de un barrio cercano. Cuando la tierra dejó de temblar lo primero que hice fue ir a buscarlo y asegurarme de que estuviera bien. Gracias a Dios yo alcancé a salir sino mi hijo se hubiera quedado solo”, expresa.

El lugar que la acogió por años se derrumbó pero no así los recuerdos que aún conserva en su mente.

“Hasta hace unos ocho años recibíamos un sueldo por cuidar estas tierras. Pero de ese tiempo para acá lo seguíamos haciendo sin recibir un solo centavo. Por eso, tras el sismo, levanté una pequeña ramada porque no tenía dónde más ir. Con la ayuda de mi familia quería levantar algo más resistentes pero no me lo permitieron porque decían que aquí iban a colocarse los comerciantes que habían salido de Tarqui”, señaló.

Los rumores dejaron de ser eso y se convirtieron en una realidad. Con el inicio de los trabajos ella y su hijo tuvieron que abandonar el lugar, pero no iban a hacerlo sin antes asegurarse de tener un lugar para vivir. Fue entonces que el Municipio les dio una casa en Ceibo renacer.

Esa es su casa, su hogar, donde acude cada noche a dormir y donde pasa los fines de semana.

Durante el día ella sigue haciendo el papel de encargada pero ya no de cuidar del terreno sino los baños que el Municipio adecuó para uso de los comerciantes y compradores.

Esa es actualmente su fuente de trabajo porque su hijo necesita cuidados y no puede trabajar en otra cosa que le impida estar cerca de él.

“Aquí pasamos todo el día, él se entretiene en los locales, con los amigos que ha hecho y así yo estoy pendiente de él”, menciona Elsa quien además asegura que nunca se imaginó que ese lugar se convirtiera en lo que es ahora.



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